Existen los milagros ?
Antes de llegar al pueblo, en la carretera, ya encontró a gente deambulando por las orillas del asfalto, algunas con intenciones de movilizarse al pueblo vecino en búsqueda de “algo”, cualquier cosa para dar de comer a sus familias …
Decidió entonces detener la camioneta con los víveres y empezar a repartir a la gente, la comida recolectada en el colegio, no sin antes organizarla en “paquetitos” equitativamente distribuidos … con una libra de maiz, una de arroz y una de frijol …
En esas estaba, iniciando la descarga de los paquetitos, cuando de repente sucedió algo excepcional (la expresión de su cara cuando lo cuenta lo dice todo…). El tramo de carretera donde se detuvieron estaba entre montañas ( un paisaje común en Guatemala ) de donde empezaron a descender hacia la camioneta, mujeres, hombres, niños … todos pobladores de Camotán, que se enteraron de que había “alguien” repartiendo comida en la carretera …
Sorprendentemente y sobre todo por la situación extrema que estaba viviendo ésta gente, en vez de abalanzarse sobre la comida ( … o sobre mi madre) TODOS empezaron a formar una fila, unos detrás de otros, esperando el turno para acariciar cuanto antes un paquetito de granos básicos, algo que les convenciera de que aún existía una esperanza …
Por un momento mi madre se preocupó … la fila parecía interminable y seguía bajando gente de las montañas … “Dios mío, que todo salga bien por favor que haya suficiente para todos…” pensó en esos momentos …
Y aquí llega el momento en que mi madre más se emociona, cada vez que cuenta la historia. “La verdad no sé que fue lo que paso, pero inexplicablemente estuvimos durante largo rato repartiendo la comida … y seguía bajando y bajando gente …” me contaba. “Pero también, seguía habiendo paquetitos y paquetitos de comida en la camioneta …”
“Casualmente (o no?) todo cuadró a la perfección: último paquetito en la camioneta = última persona en la fila” … “Gracias Seño, Dios la bendiga” me dijo la señora a la que le tocó el último paquete …”
“Púchica vos, te sentías como Jesús en la multiplicación de los panes y pescados…jeje” le dije, irónica e irrespetuosamente y con esa sonrisita que ponemos estupidamente por todo cuando somos pubertos. Que poco sabía de la vida entonces (sé más ahora?!) … a punto estuve de ganarme un pellizco en el brazo …
Ahora, después de algunos años pienso que aquella experiencia de mi madre, fue definitivamente un milagro.
Las cosas casi nunca “cuadran” a la perfección por que sí. Y mucho menos cuando las circunstancias superan a la reducida capacidad que tiene el ser humano a reaccionar adecuadamente a ciertas situaciones.
Termino afirmando que personalmente estoy seguro de que LOS MILAGROS EXISTEN, como parte de un “algo” desconocido que está allí, que actúa puntualmente y de manera también inexplicable, pero que va acompañando siempre, a las situaciones que se encuentran al borde de lo “humanamente posible”.
Hoy dedicaré éste post a MIS PADRES, por enseñarnos a mí y a mis hermanos entre muchas otras cosas, que a pesar de que el mundo esté “patas arriba” la bondad y el cariño por los demás, debería de prevalecer siempre en el corazón de la mayoría de nosotros, ese sí que sería un MILAGRO ENORME.