El Ché pasó por Guatemala … y Guatemala por el Ché !

Así lo afirman varios documentos esparcidos por internet, y es más, en el país de la “Eterna Primavera” fue donde conoció a la que luego fuera su esposa: Hilda Gadea, una izquierdista exiliada de nacionalidad peruana.

En Wikipedia por ejemplo, se cuenta que el Ché anduvo por tierras guatemaltecas durante la presidencia izquierdista de Jacobo Arbenz (1954), quien entre otras medidas de reforma social y económica llevó a cabo una reforma agraria, que provocaría la intervención de los gringos a través de la CIA, provocando el golpe de estado que llevaría al poder a Castillo Armas.

“Guevara rechazó, pese a sus ideales compartidos, unirse al Partido del Trabajo Guatemalteco (comunista) como requisito imprescindible para poder obtener un trabajo de médico.”, cita wikipedia. A pesar de esto, el Ché estuvo a punto de integrar milicias guatemaltecas para defender el gobierno democrático de Arbenz, pero resulta que al final los militares se negaron a entregar armas al pueblo y en cambio presionaron al presidente para que dimitiera. ¡?

En palabras del mismo Ché: “La manera en que los gringos tratan a América venía provocando una creciente indignación en mi, … después vino Guatemala … En ese momento deje el camino de la razón y adopté algo parecido a la fé que no puedo describir ni siquiera aproximadamente porque el camino fue largo y con muchos pasos hacia atrás…”

Muchos documentos insinúan que el paso del Ché por Guatemala fue definitivo para desarrollar el pensamiento de las estrategias para la defensa de intervenciones extranjeras, en concreto de la que él denominaba “imperialismo yanqui”. Aquí, en Guatemala, fue bautizado Ernesto Guevara como el “Ché”, cuando conoció a Ñico López, compañero de andaduras de los hermanos Castro: Fidel y Raúl.

El Ché se mantendrá indefinidamente en el limbo de Héroe y Villano, siempre que exista la cuestión de por qué un argentino quiso estar al frente de una revolución en tierras guatemaltecas, cubanas, bolivianas y hasta en tierras africanas, y no en tierras argentinas, en donde no surgiría el “guevarismo” o movimiento en contra del intervencionismo estadounidense hasta después de su muerte.

En fin, en éstos tiempos en los que la gran mayoría de los países latinoamericanos aún sufren las consecuencias de éste imperialismo disfrazado de relaciones internacionales y tratados de libre comercio, en las mentes de muchos jóvenes entre los que me incluyo, el conocer la historia del Ché - desde cualquier punto de vista - siempre dará un chorro de oxígeno a la llama de la esperanza, de ver a nuestros países resurgir algún día del letargo en el que se encuentran, bajo la atenta mirada del Tío Sam.

Digan lo que digan del Ché, estoy seguro que a muchos de nosotros latinoamericanos ya nos gustaría tener las agallas de levantarnos un día y gritar al cielo como lo hizo alguna vez Ernesto Guevara en Argentina: “Aquí va un soldado de América !”.